El Lago de Sanabria es el único lago de origen glaciar de España. Por su extraordinaria belleza y por su interés como accidente natural es uno de los paisajes más interesantes de cuantos podemos disfrutar en la Península ibérica. No en vano, en este entorno, senderistas, naturalistas, montañeros, pescadores y la curiosidad de muchos viajeros han ido dejando sendas de alto interés paisajístico, caminos de contemplación para admirar el verde intenso y las montañas de un rincón algo escondido de la provincia de Zamora.
Este depósito de agua, a mil metros de altitud, es el resultado de los pequeños arroyos que surgen por el deshielo de los neveros de la Sierra Secundera y de la Cabrera Baja. El agua embalsada llega a alcanzar una longitud de más de tres kilómetros.
Desde el punto de vista geológico, su origen es glaciar y en alguna de las zonas puede alcanzar profundidades de más de 50 metros. Esta rodeado por las sierras de Segundera, Cabrera Baja y Gamoneda, y a él llegan los Cañones de los Ríos Cárdenas, Segundera y Tera, surcado por numerosos valles y desfiladeros creados por las lenguas de glaciares. Los bosques más abundantes en el entorno del Lago de Sanabria son los formados por el roble melojo o rebollo. También se localizan unas interesantes manchas de acebo y tejo, mientras que los chopos y alisos son abundantes en las riberas de los caudalosos ríos que descienden de las cimas o comunican entre sí las distintas lagunas del interior del Parque Natural.
El lago es alimentado en su vertiente oeste por el río Tera, al que afluyen muy cerca el de las Cárdena y el Segundera y, directamente el arroyo de Chanos. Por el norte, un pequeño arroyuelo de los manantiales cercanos a San Martín. Y por el sur, el de las fuentes del valle colindante. En su orilla sur surgen unas interesentes fuentes de aguas de alta calidad por su composición. Son conocidas por Baños de Bouzas de Ribadelago, que tiempo atrás fueron aprovechadas por un balneario, ahora en ruinas.
La leyenda
Como corresponde, muy contraria a las explicaciones de los estudiosos de la naturaleza respecto al origen de este mágico lago está su leyenda y la superstición. Se escucha que allí se encontraba el pueblo de Valverde de Lucerna, muy próspero por la fertilidad de sus tierras y cuyos vecinos tenían un carácter un tanto egoísta.
Una noche tormentosa y fría, anterior a la festividad de San Juan, apareció un peregrino necesitado de cobijo y alimento. Calado hasta los huesos, hizo varios intentos por conseguir un poco de pan y refugio para pasar la noche, pero siempre recibía la misma y desagradable respuesta “¿Eres un peregrino?..Pues continúa tu camino, déjanos en paz y vete por donde has venido.
Cansado, hambriento y helado de frío optó por salir del pueblo. A la salida, en un alto ve un horno de leña, donde se encontraban unas mujeres haciendo pan, les pregunta si puede entrar, a lo que ellas acceden. Una vez que se hubo secado al calor del horno, las mujeres le hacen un pequeño panecillo, lo introducen en el horno y cuando intentan sacarlo comprueban que ha crecido tanto que no pueden sacarlo. Van probando con trozos cada vez más pequeños hasta que finalmente uno sale y se lo dan al misterioso peregrino. Este les dijo: Gracias por socorrerme, solo vosotras sois dignas de ser salvadas en este pueblo, seguir en el horno y no salgáis esta noche. Voy a castigar a este pueblo, que no se acuerda cuando están con el estomago lleno y calentándose a la lumbre de los que pasan hambre y frío.
El caminante se despide de las mujeres recordándoles que se queden en el horno. Al salir del pueblo pronunció esta frase, "Aquí clavo mi bastón, aquí brote un gargallón". De ese mismo lugar empezó a brotar un gran caudal de agua y a las pocas horas el pueblo de Valverde de lucerna quedó totalmente inundado, solamente una pequeña isla, el lugar donde se encontraba el horno de leña sobresale del agua. Desde entonces se cuenta que en el día de San Juan las personas que son piadosas y generosas oyen el repique de la campana que reposa en el fondo del lago.
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